El 28 de Abril se conmemora el Día Mundial de la Seguridad y la Salud en el Trabajo. Esta fecha fue adoptada en el año 2003 por la OIT para conmemorar que ese mismo día de 1969 hubo una explosión en la mina de Farmington, al oeste de Virginia (EEUU), en la que murieron setenta y ocho trabajadores. Es pues una jornada para el recuerdo y la reivindicación a las puertas del Primero de Mayo.
Crece en estos días la preocupación de la ONU por el continuo aumento de las infecciones por COVID-19 en algunas partes del mundo y por la capacidad de mantener las tasas de disminución en otras. Por ello, el Día Mundial de la Salud y Seguridad en el Trabajo se enfoca este año en abordar el brote de enfermedades infecciosas en el trabajo, prestando especial atención a la actual pandemia.
Es el 28 de abril jornada conmemorativa y de reivindicación que este año supone una paradójica tragedia al ver cómo la muerte y la enfermedad se abren paso por todo el mundo. La pandemia está castigando con especial incidencia a la Comunidad de Madrid, donde la ausencia de un gobierno con temple y capacidad ha llevado a una nefasta gestión. Es la Comunidad de Madrid una nave sin rumbo y con motín a bordo por las más que evidentes discrepancias en el seno del Gobierno regional. ¿Qué ocurriría en el Gobierno de España si el presidente amenazara al vicepresidente con destituciones? Eso es lo que está ocurriendo en Madrid.
El detonante de esta crisis ha sido la gestión política llevada a cabo en las residencias de ancianos privadas y concertadas. Desde las Comisiones Obreras de Madrid hemos denunciado en multitud de ocasiones la lenta degradación de estos centros como consecuencia de su proceso privatizador. Si desde la ONU se asegura que la seguridad y la salud en el trabajo salvan vidas, este es el más claro ejemplo de lo que no han hecho los gobiernos regionales del PP.
La falta de prevención en las residencias de ancianos de la región ha sido clamorosa. Las empresas, vinculadas algunas a paraísos fiscales como se ha denunciado en los medios de comunicación, han convertido a sus plantillas en modelo de precariedad. No se ha respetado a las personas encargadas de cuidar a nuestros mayores y estos siguen siendo las principales víctimas del maldito virus. Hoy los residentes siguen muriendo en Madrid y ellos y sus cuidadores continúan necesitando urgentemente pruebas diagnósticas para comprobar si pueden ser portadores del virus. Necesitamos una auditoria sanitaria urgente de las 710 residencias y medidas drásticas de separación de los no contagiados, así como, protección para sus trabajadoras.
Quiero que sirvan estas líneas también para resaltar la labor de tantos trabajadores y trabajadoras del sector sociosanitario que con su profesionalidad y dedicación están salvando muchas vidas a pesar de poner en riesgo las suyas. No son héroes, son trabajadores y trabajadoras que están trabajando sin librar, doblando turnos hasta la extenuación como consecuencia de los protocolos dictados por la Comunidad de Madrid. Ante la ausencia de información y negociación con los representantes sindicales, nuestra Federación Sociosanitaria de CCOO de Madrid, se tiene que emplear a fondo en la denuncia y en la presión sindical porque están aprovechando su compromiso para conculcar sus derechos como trabajadores y trabajadoras.
Y todo ello porque hubo un día en que Esperanza Aguirre determinó que había que recortar en Sanidad pública. La pandemia ha dejado al descubierto el cáncer que ha supuesto la gestión de estos gobiernos ultraliberales. Según nuestros datos, ni siquiera se han podido cubrir las bajas que ha sufrido el sector, han hecho recortes en la práctica. En mayo de 2008 Esperanza Aguirre “extinguió” el Instituto de Salud Pública, recortó el presupuesto en esta actividad a la mitad y nunca se ejecutó más de la mitad del mismo. La lección está resultando muy cara. Debe renacer y revitalizarse. Y deben intensificarse las dotaciones presupuestarias para Investigación y Desarrollo.
Pero ese futuro inmediato debe garantizar los salarios y las condiciones laborales, en las que incluimos las de seguridad y salud, de tantas personas -hoy “héroes” y “heroínas”-, mileuristas del sector sociosanitario y de esos sectores, -también hoy-, “esenciales” caracterizados por su precariedad y por ser paradigma de la brecha salarial. Porque estamos viendo que son fundamentalmente mujeres quienes más nos cuidan en hospitales y residencias, pero también en los supermercados. Mujeres serán quienes más complicado van a tener salir de esta nueva crisis.
No puedo olvidar al activo de Comisiones Obreras en estos días previos al 28 de Abril. Trabajadores y trabajadoras que además en sus centros de trabajo dan la cara por sus compañeros exigiendo en muchas ocasiones estos días paralizaciones en empresas que no reunían condiciones sanitarias. No podemos olvidar a esas personas que están respondiendo a miles y miles de cuestiones y asesorando a representantes sindicales. Un trabajo anónimo, humilde y generoso que tiene la gran recompensa de hacer lo correcto.
Muchos delegados de prevención no han encontrado detrás de ellos el sostén de los Servicios de Prevención. Estos han estado ausentes cuando más se necesitaban. Algunos activos, como el de la Administración Autonómica, se ha puesto al servicio de los intereses de la empresa y ha sido capaz de dar el alta y mandar a trabajar a sanitarios con un PCR positivo. Su fracaso exige un replanteamiento y un cambio de modelo.
Ante la desescalada, es necesario que los instrumentos de asesoramiento y control tomen un papel protagonista. El Instituto Regional de Seguridad y Salud en el Trabajo debe emplear todos los medios disponibles para la atención de empresas y trabajadores y la Inspección de Trabajo debe reforzar sus actuaciones, a lo que se debe sumar la posibilidad de paralizar la actividad. Es urgente que se dote a este instrumento de toda su capacidad de control y sanción.
Leo en Madridiario según redacto estas líneas que un obrero ha resultado muy grave al caerse de una altura de 30 metros en el madrileño Paseo de la Castellana. Otra vez la siniestralidad creciente en la construcción, Hay terribles accidentes que siguen sucediendo porque no se cumple con las medidas de prevención, ahora escondidos en esa espantosa guerra de cifras de muerte y contagio.