
El sector del transporte, tanto de mercancías como de viajeros, ha enfrentado una coyuntura excepcional marcada por la imprescindible necesidad de mantener el suministro, de alimentos, productos farmacéuticos y bienes de primera necesidad llevando estos productos a todos los rincones de nuestro país, y también para garantizar el desplazamiento de las personas consideradas esenciales que debían desplazarse a sus puestos de trabajo. Ante esta situación y bajo esta necesidad, las empresas no siempre han desplegado los esfuerzos necesarios en adaptar la prevención de riesgos laborales a los tiempos de la Covid-19, lo que se ha traducido, en no pocas ocasiones, en una desprotección de la salud de los trabajadores y trabajadoras de este sector.
Se trata de un sector que parte de debilidades estructurales muy importantes, derivadas fundamentalmente de una inadecuada organización del trabajo, que siempre ha ido pareja a políticas empresariales que “anteponen” la rapidez en atender a cuantos más clientes mejor, a costa de un mayor ritmo de trabajo de sus trabajadores y trabajadoras para cumplir con plazos muy ajustados de entrega. Las precarias condiciones de trabajo y los agotadores horarios repercuten de forma directa en la salud física, psíquica y social de sus trabajadores y trabajadoras, teniendo un claro reflejo en el incremento de accidentes de este sector, tanto a nivel nacional como en la Comunidad de Madrid.
Pero además y aunque la prioridad actual es el control de la epidemia, el resto de realidades son muy tozudas, y en ese sentido, no podemos bajar la guardia y hay que seguir vigilando las condiciones de salud y seguridad y el cumplimiento de las normas preventivas, porque sigue habiendo compañeros y compañeras que sufren accidentes y enfermedades y siguen muriendo en el trabajo.