Cada vez más aumenta la preocupación por el grupo de sustancias denominadas disruptores endocrinos también llamados alteradores endocrinos, perturbadores endocrinos, estrógenos ambientales, etc., dados los riesgos importantes que suponen para las personas expuestas, su descendencia y el medio ambiente.
La población no está exenta de estar expuesta a una mezcla de sustancias persistentes (exposición ambiental, en los hogares, a través de los alimentos, etc.) capaces de alterar el sistema endocrino y presentan niveles muy variables de disruptores endocrinos según el sexo, la edad, el nivel educativo y la clase social. Los efectos de los disruptores se potencian además cuando actúan de forma combinada. Las mujeres embarazadas y los niños se encuentran entre la población más vulnerable.
La identificación de estas sustancias no es fácil a la hora de realizar las evaluaciones de riesgos de los lugares de trabajo, debido a la dispersión normativa y a la falta de un criterio técnico único y armonizado, además de que los métodos tradicionales de evaluación de riegos de las sustancias químicas y la normativa vigente no son válidos para proteger a la población y al medio ambiente frente a estas sustancias debido a sus particulares características toxicológicas.