Los profundos cambios registrados en la organización del trabajo vienen por lo general asociados a una intensificación del mismo, con el objetivo de conseguir una mayor productividad mediante un aumento de las exigencias impuestas a los trabajadores y trabajadoras.
Efectivamente, estos cambios están afectando negativamente a las personas trabajadoras, ya que han sacado a la luz nuevos riesgos, que no por intangibles son menos peligrosos. Una mala organización del trabajo influye tanto en la salud como en la conducta del trabajador o trabajadora, dando lugar a los denominados riesgos psicosociales, entre los que se encuentran los relacionados con la violencia en el lugar de trabajo y, más concretamente, con el acoso psicológico en el trabajo.