
En las aulas, generalmente espacios con poca ventilación y cerrados, el profesorado puede estar expuesto a riesgos derivados de la presencia de agentes biológicos, fundamentalmente virus y bacterias. Esta exposición puede darse por contacto directo con alumnos/as enfermos/as, por vía secundaria a través de objetos contaminados o superficies, o bien a través de los bioaerosoles (suspensiones de micropartículas, generalmente líquidas, que contienen agentes biológicos) generados por las personas enfermas al hablar, toser o estornudar.
Una vez terminado el estado de alarma y retomada la actividad presencial en algunos sectores de la educación, como la educación infantil de primer ciclo, el punto de atención se centró en organizar la actividad en torno al cumplimiento de protocolos para cumplir con las medidas preventivas propuestas por las autoridades sanitarias y evitar la propagación de la COVID-19. Protocolos que cambiaban y a los que había que adaptarse en ocasiones de manera diaria.